lunes, 15 de junio de 2009

Los Carniceros del Ajedrez

Los Carniceros del ajedrez.

Juego una escandinava, me vuelvo a quedar inferior. Mi rival, que atesora más conocimientos, experiencia y ELO, me aprieta pero no ahoga. Incluso se le escapa la ventaja y llegamos a una situación de igualdad total. Le pido tablas, lo consulta con su delegado y al volver me dice que debe seguir jugando. Están en su derecho, faltaría más. Su equipo pierde 4-5 y deben ganar la partida para puntuar.

La posición es de tablas y poco a poco mi rival, debido a la obligación de ganar, va asumiendo riesgos innecesarios. Pero la posición sigue siendo de tablas. Repetimos la posición más de diez veces. Debería haber reclamado tablas y enviar la partida a la Federación, para que decidan ellos pues nos obligan a jugar sin árbitros. Situación curiosa ésta, un torneo oficial sin árbitros. Se lo imaginan en otros deportes?

Pero es que me niego a creer que esté pasando lo que estoy viviendo. Pero claro, mi rival disponía de 30 minutos y yo de 2. Con los segundos extras llegué a disponer de hasta 5 minutos pero la tensión, el cansancio y el estar expectante te hace consumir algunos minutos. Así pasas una hora entera, repitiendo posiciones. No podía levantarme ni para ir al lavabo. Finalmente, fui a ganar la partida. Mis 2140 de ELO hablan por sí solos. Simplemente soy un aficionado y tanta tensión y horas de juego hacen mella. Desperdicio una posición ganadora, otra de tablas y finalmente entro en una de perdedora. Mi rival, con más entidad, experiencia y tiempo en su haber, no falla y gana la partida.

Reacciono mal, me levanto tensionado y disgustado. Les pregunto con sorna si el ajedrez les da de comer, si están orgullosos de esa victoria. Desde aquí mis más sinceras disculpas a todos ellos. Hay que saber perder, y ni yo ni ellos supimos hacerlo. Al final me calmo, le doy la mano a mi rival y le felicito. Él no tuvo ninguna culpa. Su delegado le hizo jugar esa posición ridícula.

Y tienen todo el derecho de hacerlo. Otra cosa es que esté bien. Es como el padre que castiga sin postres, sin tele o con deberes extra a su hijo que ha perdido una partida por un error. También él está en su derecho. Otra cosa es que esté bien.

Mi derrota igual justifica la acción de continuar la farsa de la partida. Si el niño castigado gana la siguiente partida......justifica eso los castigos del padre????
Somos aficionados. Jugamos por placer, por diversión. Todos queremos ganar, pero creo que hay límites que no se deben pasar. No en un mundo de aficionados. Un día, un Gran Maestro de nivel, profesional del ajedrez, me comentó que los aficionados al ajedrez éramos jugadores profesionales frustrados. Tal vez tenga razón.

En el Campeonato por Equipos la cosa se complica pues aparece la figura del Delegado. Algunos delegados, no quiero generalizar, son jugadores de ajedrez aficionados frustrados. Acostumbran a ser, en el mejor de los casos, un dos mil y monedas. Expertos del reglamento y del arte de la reclamación. Saben interpretar de manera ventajosa las diferentes situaciones que se dan en un campeonato. Ganan los puntos en los despachos, esos mismos puntos que sus jugadores no han sido capaces de ganar en el tablero. O hacen jugar posiciones perdidas, o de tablas. Utilizan tácticas y estrategias en equipos de aficionados, ajenos a los sentimientos de los jugadores y a la ética del ajedrez.
Son los carniceros del ajedrez. Y en el mango de su cuchillo han puesto una muesca más. Cuánto honor. Mi enhorabuena.
Jordi Cots

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